Tras el 2-2 en el tiempo reglamentario, La Celeste venció por penales a Canadá.
H
9abía que dar la talla después del escándalo. Había que rendir un último examen para cerrar la competencia de la forma más decorosa posible tras las explosivas declaraciones de Bielsa contra los organizares de la Copa América. Había que evitar que todos los condimentos extradeportivos perturbasen al equipo. Uruguay salió a enfrentar a Canadá con un gran desafío: mantener el enfoque y mostrar entereza en un contexto difícil. Porque las imágenes de los jugadores agarrándose a trompadas con hinchas colombianos tras perder la semifinal por 1-0 aún estaban muy latentes. El barullo de afuera pareció afectarlo, pero el inoxidable Luis Suárez entró para aportar su jerarquía y cambiar el curso de un duelo complicado: metió el gol del empate agónico y un penal clave en la tanda, para terminar tercero.
En el primer tiempo, la Celeste fue un conjunto desdibujado, alejado de la identidad que había mostrado en gran parte del certamen. Los canadienses lograron imponer su plan y los dirigidos por Bielsa terminaron jugando de contragolpe.
A los charrúas les costó mostrar la línea que habían exhibido durante gran parte del certamen. Pudieron jugar todos ya que la Conmebol aún estudia las imágenes de los incidentes en los que estuvieron involucrados 11 jugadores, todavía no definió las suspensiones y no hubo sanciones preventivas. Uruguay no tuvo su habitual volumen de juego. Los extremos, Pellistri y Araujo, estuvieron apagados. Y la pelota le llegó poco a Darwin Núñez. No la pasaba bien, pero arrancó arriba con un zurdazo de Bentancur. Canadá reaccionó de inmediato y complicó a la Celeste mediante la pelota parada, una faceta de juego en la que el equipo de Bielsa ya se había mostrado frágil en la semifinal contra Colombia. Tras un cabezazo de Bombito, quien le ganó muy bien de arriba a Giménez, Koné selló la igualdad.Y pudo haberse ido al vestuario en ventaja si Oluwasey hubiese estado más fino al definir.
Los canadienses, que serán uno de los anfitriones del Mundial de 2026, no sólo aprobaron el exámen en esta Copa América, sino que además demostraron que pueden ser competitivos ante rivales de clase A. El estadounidente Jesse Marsch armó un equipo que se caracteriza por defender en bloque alto. Un conjunto muy físico, intenso, que por momentos hace sentir el rigor. Y que cuenta con extremos picantes como Ahmed y Shaffelburg, los encargados de abastecer al centrodelantero Oluwaseyi. El problema del equipo es la falta de eficacia: genera situaciones producto de buenas combinaciones, pero le falta efectividad. Así lo reflejan las estadísticas: convirtió apenas cuatro goles en los seis partidos que disputó en la competencia.
Tras quedar eliminado en la semifinal contra Argentina (0-2). Marsch decidió guardar a algunas piezas fundamentales del equipo: Alphonso Davies, capitán de su selección que juega en el Bayern Munich, arrancó en el banco. También fueron suplentes otros jugadores importantes como David, goleador del Lille, el arquero Crépeau, y el defesor Cornelius. Más allá de las ausencias, la estructura del equipo no se resintió demasiado.
Uruguay reaccionó en el complemento con los cambios, que refrescaron al equipo. David asestó un golpe que puso ser letal al sellar el segundo de Canadá, pero Suárez le dio vida a la Celeste en la agonía. Y en los penales Bielsa se desahogó con todo.